Blanca Rosa Gil.- Cantante considerada de las mejores boleristas cubanas. Nació
en Perico, Matanzas el 26 de agosto de 1937. Siendo todavía pequeña su familia
se muda para La Habana, donde asiste al colegio y junto a sus hermanas Rita y
Mercedes, empezó a cantar en actividades escolares.
Cuando contaba quince
años, viviendo en Venezuela es contratada para el programa infantil “Humo y
Fantasía" por el productor venezolano Arístides Borrego, que la escuchó cantar
en una fiesta y quedó encantado con su
interpretación. Allí la descubrió el
gran empresario Gaspar Pumarejo y la lleva de regreso a Cuba para cantar en la
televisión, cabaret, radio, bautizándola como "La Muñequita que Canta".
Fue
su primer éxito "Sombras", y le siguió Cristal. Convirtiéndose entre las
cantantes preferidas del público y de los propios artistas como Otto Sirgo que
la bautizó jocosamente como "La cancionera de bolsillo".
Blanca Rosa Gil
se caracterizaba, además, como ninguna otra cantante, por la forma en que se
expresaba con sus manos, lo que convirtió en un arte adicional que adornaba cada
una de sus famosas interpretaciones, como un gran valor agregado desde el punto
de vista artístico. Lo que siendo muy propio de ella sus actuaciones personales
se llenaban de gran emotividad, no solo por lo sugerente de la letra de sus
románticos boleros, sino por la elegancia, la prestancia, la belleza y la
singularidad que demostraba en los escenarios y en sus actuaciones por la
televisión, que la llevaron a ser considerada como una de las grandes cantantes
romántica de aquellos tiempos y para siempre.
El tema que hoy nos ofrece
Blanca Rosa Gil en versión bolero, es un tango compuesto en 1944 por Marino
Mores (música) y José María Contursi (letra), y está en el albun del mismo
nombre: "Cristal"
CRISTAL
Tengo el corazón hecho
pedazos,
rota mi emoción en este día,
noches y más noches sin
descanso,
y esta desasón del alma mía.
Cuántos, cuantos años han
pasado,
grises mis cabellos y mi vida,
loca, casi muerta,
destrozada,
con mi espíritu amarrado a nuestra juventud.
Más frágil
que el cristal,
fué tu amor para mí,
cristal tu corazón, tu mirar, tu
reir.
Tus sueños y mi voz, y nuestra timidez,
temblando suavemente en
tu balcón,
y ahora sólo sé, que sólo se perdió
la tarde de mi
ausencia.
Ya nunca volveré, lo sé bien, nunca más,
talvez me
esperarás, junto a Dios, más allá.
Tus sueños y mi voz, y nuestra
timidez,
temblando suavemente en tu balcón,
y ahora sólo sé, que sólo se
perdió
la tarde de mi ausencia.
Ya nunca, nunca volveré, lo sé bien,
nunca más,
talvez me esperarás, junto a Dios, más allá.